lunes, 2 de agosto de 2010

Doble arcoiris.

He visto las estrellas derrumbarse desde encima de la vía láctea; he visto al ángel atemorizar a la especie que quería aniquilar al ser humano. Vi la sombra de la luna detras de un edificio gris... y a un hombre gris enredado en la sombra de esa luna. El sol gritaba a veces en una escalera destrozada por un fango ostentoso. Escuché a la noche maullar de soledad un día de septiembre. Vi la mano del pirata en la fauces del tiburón antes de que se la tragara. Soñé que soñaba... soñé que la veía soñar con las manos abiertas, a ella, a la mujer, esperándome... pero cuando llegaba a ella sólo era un pedazo de seda que no me alcanzaba para cobijarme. Vi cómo el mar entumecía mis pies y desenredaba mi aliento sometido a la mudez durante tantos años... vi mi mente tranformarse con las palabras de un mago... y a María Sabina mientras le quitaba un corazón de oro a un ambicioso que padecía los males de la codicia. Escuché al hombre dar la orden de contraatacar usando flechas y escudos contra los españoles. Vi la sangre del primer pez sacrificado en el rito de la memoria colectiva recuperada... Me distancié del soñador que tenía los pies entumecidos por el fuego del egocentrismo. Miré sorprendido la desaparición de un mundo en que se congelaba a los incautos y se aplastaba a los cocodrilos. Me tumbé en un divan de palabras en las que lo único rescatable era mi imaginación que se cernía sobre las causas de las cosas, presintiéndolas y provocándolas. Soñé que soñaba que yo era como algún otro, como los otros, como los textos y contextos que aún no conozco del todo. Miré dos arcoiris, uno sobre el otro, sentí cómo sus colores entraban en mi mente, incendiaban mis palabras y me ponían a los pies del tesoro que hay en cada uno de sus extremos... pero cuando me desperté.. yo estaba ahí de nuevo... y a los pies de mi sombra: mi silencio.

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