Amo esa rosa implícita en tu sonrisa,
amo la perturbación en tus ojos con mi voz,
y la tibieza de tu mirada;
y amo por sobre todo tus heridas,
tus cicatrices.
Lamento las veces que esperaste un amanecer
y éste parecía no venir.
Me miro ahora en tu silencio,
y sólo espero ser un eco
que te conforte sin tocarte...
Noé Treba
miércoles, 2 de abril de 2014
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