miércoles, 18 de julio de 2012


DÉJAME HABITAR EN TI



Déjame habitar en ti,

ser la electricidad de tu cuerpo,

ser un tatuaje en tu piel,

ser la luz invisible que te viste de alas,

ser la noche en que te adentras silenciosa

y de la que sales llena de sombras que no puedes borrar.



Déjame ser la cualidad de los objetos que tocas y te gustan,

ser esa caricia en tus manos,

y en el centro de tus piernas…

esa caricia que te llena con tu propia voz ahogada,

y que te embota de silencios que no puedes explicar.



Conóceme, ya no por mis orillas,

ya no por lo que se dice de mí.

Conóceme por la sombra que también me habita,

la sombra que también está en mi sexo,

pero que se desborda en mi espíritu,

la sombra que dejaré –que dejaremos-

cuando los días y las noches del tiempo se acaben,

y ya no existan los lamentos ni los goces humanos.



Déjame enterrar la historia de la luna,

del cosmos y de las estrellas en un abismo,

y resucitar en ti, así como resucito de mí mismo.



Buscaré ecos que no has escuchado,

miraré cómo el viento se deshace en tu piel,

y cómo tu piel se deshace sudorosa en la tierra baldía de mi mirada.



“no somos nada” –dirás-

y yo diré: “somos todo, porque tenemos nada,

porque nuestras miradas fundidas no tienen necesidad alguna”



Buscaré ese collar de palabras infinito con el que juegan los poetas,

para que tus manos se coronen de perlas,

de voces,

de corrientes submarinas,

de alientos exhaustos dejados en sitios en los que el tiempo ya no existe.





Déjame bucear en la tempestad contra las olas,

dar un golpe de timón en tu barca,

y arrancarte de ti,

arrancarme de mí,

y mirar hacia otra isla.



Derramaré la sangre de mi corazón en tus palabras no dichas,

inquietaré a la ternura dormida que también te habita.



Déjame coronarte con un beso tranquilo,

y después remover toda tu curiosidad al atardecer.



Te daré una copa de cenizas en la que sólo haya dolor olvidado,

para que no recuerdes nada de la tierra desolada por la que caminaste.



Una carretera de deseos tocará tus pies,

caminarás conmigo como por un sueño,

más real que la existencia,

más insistente que un contacto,

más estremecedor que la frontera entre la vida y la muerte…



Déjame conjugar nuestras sombras,

levantar de los abismos las cerezas caídas,

levantarte en mis brazos para elevarte al tiempo,

elevarte hacia la ensoñación de un mundo que no creías tuyo,

pero que sí lo es.



Te vestiré de rosas, te cubriré de estrellas,

y andarás junto a mí como cuando un eclipse trastorna la continuidad de los átomos,

te vestiré de mí para que eternamente me tengas bajo tu piel…





NOÉ TREBA    Julio de 2012.