domingo, 1 de diciembre de 2019

PSICOTERAPIA BREVE Y PSICOTERAPIA EXTENSA



¿Cuánto dura o debe durar una PSICOTERAPIA?

Es hasta cierto punto un lugar de incertidumbre determinar cuánto puede durar una psicoterapia en cuanto al tiempo invertido para el alivio de los síntomas. A lo largo de las décadas se han venido discutiendo diversos modelos psicoterapéuticos que le dan  un valor distinto al tiempo de curación o alivio de un problema mental o emocional. Inicialmente el psicoanálisis –como primer ejemplo- ofreció un modelo de tratamiento que constaba de varias visitas del paciente, dos o tres veces durante la semana, a lo largo de varios meses o años. Su técnica, la cura hablada o “asociación libre” se llevaba a cabo en un diván; y por medio del habla y la interpretación se lograban reconstruir los vestigios inconscientes que eran causante s de las histerias; todas ellas –a decir de Freud- ligadas a contradicciones de las funciones sexuales de los pacientes. Sería largo explicar todo el procedimiento y los conceptos ideados por Freud para estos largos tratamientos.  Sírvase quien esto lee, recurrir a libros como “Introducción al psicoanálisis” o “El esquema del psicoanálisis”, obras del mismo Sigmund Freud. Es de destacar que en las psicoterapias actuales, incluso en la clínica actual, se ha venido dando un lugar menos destacado a estas alternativas de corte psicoanalítico, por cuanto llegan a considerarse demasiado largas y sin el sustento “científico” que dicen tener otras vertientes clínicas más actuales.
Después de esta alternativa, que sigue siendo de gran importancia y profundidad en el entendimiento de los procesos mentales turbios, se destacó durante una buena parte del siglo pasado, el movimiento de “Modificación de conducta” emanado de las investigaciones de los psicólogos conductistas norteamericanos. En países como México, y otros cuantos de Latinoamérica, todavía eran visibles en los años 90 del siglo XX las ofertas de Maestría en Modificación de Conducta en algunos campus. Esta vertiente clínica se enmarcó en las ideas propias de los psicólogos que confiaban en esta forma de hacer terapia. El ser humano podía modificar, con apoyo de un experto psicólogo, formas de actuar, formas de reaccionar, y por extensión, formas de pensar; para con ello lograr una mejor adaptación al medio. Obviamente hay toda una serie de estímulos y recompensas autoprogramados –o facilitados por el ambiente- para que este esquema de cambio funcione. Algo pasó, sin embargo, con este modelo de psicoterapia mucho más corto que el psicoanálisis y que ofrecía unos cuantos meses de trabajo para modificar los patrones de comportamiento que dañaban a la persona en sí misma o en su relación con otros. El punto es que este tipo de programas clínicos desapareció. Cabe destacar que la posible causa haya sido el poco prestigio que el conductismo tenía ya desde inicios de los años 70, con la emergencia de la Psicología Cognitiva, que comenzó a descollar muy pronto desde esos mismos años. Lo que ahora se busca en términos de terapia conductual corta, es la Terapia Cognitivo Conductual (TCC); o la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) las cuales son reconstrucciones híbridas entre el conductismo terapéutico y las terapias de corte cognitivo o emocional; de hecho ambas terapias ya también se han combinado en el modelo de Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) Este tipo de terapia, bien llevada, soluciona desórdenes del comportamiento en pocos meses; se atiene a una lógica racional, o de buen manejo de las emociones, y es eficaz en una buena cantidad de temas psicopatológicos que pueden verificarse desde un ángulo de conocimientos básicos de la psicología humana. El conductismo como tal ya no emociona a muchos de los estudiosos de la psicología, debido al corte mecanicista y organicista con el que ve la conducta humana, y debido también a que incluso en el campo educativo, esta visión se volvió insuficiente para promover una forma eficaz de llevar a cabo los procesos de enseñanza y aprendizaje. Con todo, al conductismo se le debe el haber sistematizado buena parte de las Leyes del Aprendizaje, con las cuales la didáctica y la pedagogía ganaron mucho en su momento.
Otro tipo de tiempo en cuanto a su efectividad en la psicoterapia lo ocupan las estrategias de corte humanístico y gestáltico. Siendo en la actualidad una fuerza muy importante en la psicoterapia, la vertiente Humanista de Carl Rogers y de Abraham Maslow sigue siendo un referente para la psicoterapia, pero ya no va sola. Desde los años cincuenta del siglo XX las ideas de Fritz Perls y otros autores suman a la corriente humanista sus estrategias y técnicas de tipo gestáltico. Esto ofrece en psicoterapia una gran amalgama de formas de trabajo con los síntomas, lo cual permite que los pacientes –o las personas, el calificativo no parece tener relevancia- puedan lidiar con los problemas de la vida en forma más sana y eficiente en términos de su salud mental y emocional.  Las terapias de este tipo tienen probablemente  la ventaja de ser más cortas en tiempo, debido a la novedad en cuanto a sus técnicas desarrolladas (son muchísimas) y debido a la amalgama de ideas que han creado en torno a la personalidad humana y sus patologías. Cabe sólo una aclaración, y es esta: que es muy probable que la terapia de tipo gestáltico o humanista no logre incidir en patologías profundas del comportamiento, tales como las obsesiones, las compulsiones, la ansiedad, e incluso la depresión, por cuanto la visión que llegan a tener de los “eventos problema” es de corto alcance, según la técnica; ya que no todo lo que aqueja a la conducta está determinado por al aquí y el ahora (o tampoco se puede “borrar” haciendo alusión al momento presente) Lo anterior puede en muchos casos restarle fuerza a las técnicas que se intentan emplear, ya que suceden en un momento determinado dentro del marco terapéutico, y por su originalidad muchas veces no pueden generalizarse a otros contextos del comportamiento.


©2018 Francisco Javier Castrejón Báez
Psicólogo mexicano. Maestro en Ciencia de la Educación