¿Cuánto dura o debe durar una PSICOTERAPIA?
Es
hasta cierto punto un lugar de incertidumbre determinar cuánto puede durar una
psicoterapia en cuanto al tiempo invertido para el alivio de los síntomas. A lo
largo de las décadas se han venido discutiendo diversos modelos
psicoterapéuticos que le dan un valor
distinto al tiempo de curación o alivio de un problema mental o emocional.
Inicialmente el psicoanálisis –como primer ejemplo- ofreció un modelo de
tratamiento que constaba de varias visitas del paciente, dos o tres veces durante
la semana, a lo largo de varios meses o años. Su técnica, la cura hablada o
“asociación libre” se llevaba a cabo en un diván; y por medio del habla y la
interpretación se lograban reconstruir los vestigios inconscientes que eran
causante s de las histerias; todas ellas –a decir de Freud- ligadas a
contradicciones de las funciones sexuales de los pacientes. Sería largo
explicar todo el procedimiento y los conceptos ideados por Freud para estos
largos tratamientos. Sírvase quien esto
lee, recurrir a libros como “Introducción al psicoanálisis” o “El esquema del
psicoanálisis”, obras del mismo Sigmund Freud. Es de destacar que en las
psicoterapias actuales, incluso en la clínica actual, se ha venido dando un
lugar menos destacado a estas alternativas de corte psicoanalítico, por cuanto
llegan a considerarse demasiado largas y sin el sustento “científico” que dicen
tener otras vertientes clínicas más actuales.
Después
de esta alternativa, que sigue siendo de gran importancia y profundidad en el
entendimiento de los procesos mentales turbios, se destacó durante una buena
parte del siglo pasado, el movimiento de “Modificación de conducta” emanado de
las investigaciones de los psicólogos conductistas norteamericanos. En países
como México, y otros cuantos de Latinoamérica, todavía eran visibles en los
años 90 del siglo XX las ofertas de Maestría en Modificación de Conducta en
algunos campus. Esta vertiente clínica se enmarcó en las ideas propias de los
psicólogos que confiaban en esta forma de hacer terapia. El ser humano podía
modificar, con apoyo de un experto psicólogo, formas de actuar, formas de
reaccionar, y por extensión, formas de pensar; para con ello lograr una mejor
adaptación al medio. Obviamente hay toda una serie de estímulos y recompensas
autoprogramados –o facilitados por el ambiente- para que este esquema de cambio
funcione. Algo pasó, sin embargo, con este modelo de psicoterapia mucho más
corto que el psicoanálisis y que ofrecía unos cuantos meses de trabajo para
modificar los patrones de comportamiento que dañaban a la persona en sí misma o
en su relación con otros. El punto es que este tipo de programas clínicos
desapareció. Cabe destacar que la posible causa haya sido el poco prestigio que
el conductismo tenía ya desde inicios de los años 70, con la emergencia de la Psicología
Cognitiva, que comenzó a descollar muy pronto desde esos mismos años. Lo que
ahora se busca en términos de terapia conductual corta, es la Terapia Cognitivo
Conductual (TCC); o la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) las cuales
son reconstrucciones híbridas entre el conductismo terapéutico y las terapias
de corte cognitivo o emocional; de hecho ambas terapias ya también se han
combinado en el modelo de Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) Este tipo
de terapia, bien llevada, soluciona desórdenes del comportamiento en pocos
meses; se atiene a una lógica racional, o de buen manejo de las emociones, y es
eficaz en una buena cantidad de temas psicopatológicos que pueden verificarse
desde un ángulo de conocimientos básicos de la psicología humana. El
conductismo como tal ya no emociona a muchos de los estudiosos de la
psicología, debido al corte mecanicista y organicista con el que ve la conducta
humana, y debido también a que incluso en el campo educativo, esta visión se
volvió insuficiente para promover una forma eficaz de llevar a cabo los
procesos de enseñanza y aprendizaje. Con todo, al conductismo se le debe el
haber sistematizado buena parte de las Leyes del Aprendizaje, con las cuales la
didáctica y la pedagogía ganaron mucho en su momento.
Otro
tipo de tiempo en cuanto a su efectividad en la psicoterapia lo ocupan las
estrategias de corte humanístico y gestáltico. Siendo en la actualidad una fuerza
muy importante en la psicoterapia, la vertiente Humanista de Carl Rogers y de
Abraham Maslow sigue siendo un referente para la psicoterapia, pero ya no va
sola. Desde los años cincuenta del siglo XX las ideas de Fritz Perls y otros
autores suman a la corriente humanista sus estrategias y técnicas de tipo
gestáltico. Esto ofrece en psicoterapia una gran amalgama de formas de trabajo
con los síntomas, lo cual permite que los pacientes –o las personas, el
calificativo no parece tener relevancia- puedan lidiar con los problemas de la
vida en forma más sana y eficiente en términos de su salud mental y emocional. Las terapias de este tipo tienen
probablemente la ventaja de ser más
cortas en tiempo, debido a la novedad en cuanto a sus técnicas desarrolladas
(son muchísimas) y debido a la amalgama de ideas que han creado en torno a la
personalidad humana y sus patologías. Cabe sólo una aclaración, y es esta: que
es muy probable que la terapia de tipo gestáltico o humanista no logre incidir
en patologías profundas del comportamiento, tales como las obsesiones, las
compulsiones, la ansiedad, e incluso la depresión, por cuanto la visión que
llegan a tener de los “eventos problema” es de corto alcance, según la técnica;
ya que no todo lo que aqueja a la conducta está determinado por al aquí y el
ahora (o tampoco se puede “borrar” haciendo alusión al momento presente) Lo
anterior puede en muchos casos restarle fuerza a las técnicas que se intentan
emplear, ya que suceden en un momento determinado dentro del marco terapéutico,
y por su originalidad muchas veces no pueden generalizarse a otros contextos
del comportamiento.
©2018
Francisco Javier Castrejón Báez
Psicólogo
mexicano. Maestro en Ciencia de la Educación