En realidad nada de lo que es y está en el mundo nos pertenece. Volamos por casualidad, porque alguien descubrió el artilugio y superó el trauma de Dédalo. Y es maravilloso ver que esa pequeñez del mundo es portentosa. Que al bajar vas a encontrar la vida que te ata, que te hace más frágil y vulnerable que la misma tierra que pisas; que eres materia y no aire. Al volar se nos hace la ilusión de que somos etéreos, de que apenas existimos al contacto, de que somos inasibles, Pero no es así. Nos maravilla porque estamos a la altura de las nubes y 'casi' tocamos al sol. Nos hablamos de tú con los volcanes. Pero eso es todo -y no deja de ser extraordinario- finalmente volveremos a tocar la tierra, y seremos polvo de nuevo: polvo de estrellas.Noé Treba
Xalapa, Veracruz. Enero de 2015