tu hermosa negritud acairelada
y palpable,
la grisura de tus ojos,
tu morenaza boca que acompaña el despido de tu mano al alejarte,
en un adiós o un hasta luego...
Son esas cosas:
es tu negritud, tu alegría callada,
esa sensualidad en tus ojos y en tu ademán tardío,
que prontamente intenta recuperar mis manos
para que te toquen una vez más.
Es tu negritud lo que permanece,
lo que queda después de tu lasitud,
cuando -cansada- languideces
todavía encima de mis murallas,
todavía encima de mi cuerpo.
Tu negritud me subyuga,
con esa garganta que vibra,
ese silencio que se atora,
que se detiene en algún momento antes de tocarme.
No te puedo decir morena,
no te puedo decir oscura;
porque es tu negritud lo esencial,
un canal hacia el infinito,
hacia el inicio del tiempo,
la época simple en que sólo era tu cuerpo y yo,
tu frente en mi hombro,
tu caminar felino y mi cacería.
Gracias por esa tempestad de color:
tu negritud emancipada y revuelta,
tu negritud llena de la luz de Dios.
Noé Treba
Noviembre de 2013......
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